lunes, 28 de julio de 2008

COMPADRE POSTIZO



Sábado 26 de julio de 2008, día de “antrear” me decía yo, esperaba pasármela a toda madre en algún tugurio de esta ciudad, con algunos bueyes. Los planes cambiaron cuando vino a mi casa el buen Rafa, quien con toda humildad me hizo el honor de invitarme a su morada a festejar la amistad. Gritos e irreverencias se escuchaban a lo lejos. Todos adoraban a “Margarito” por haberle puesto unos buenos “chingasos” a “Cota”. Mi compadre Salvador “el nuevo mandilón” vociferaba a diestra y siniestra, verga y media salía de su boca. Mis invitados nunca llegaron. Algunos pretenciosos fueron a compartir momentos inolvidables con los europeos que visitaban a Ana Paula (la prima). El Rafita ya traía algunos tragos encima, entre tanta irreverencia él me decía: “pinche Leo, aunque no me hayas escogido por ser pobre, soy de todos modos tu compadre postizo”, no cabrón, no es así el pedo, pero es un honor que me lo digas: le dije. La borrachera estaba buena. Había Kareoke. La multitud no era muy exigente. Cantábamos desgraciando la música que los autores hicieron con tanto esfuerzo. Al final, casi al final de la reunión, “el compadre postizo”, pidió una más: “la montaña” de Roberto Carlo. Me llegó en el alma, no lo puedo negar, !que canción! Da esperanza y amor, lo mejor de todo fue esto último, me llenó la noche, porqué no?, real modestia, simpatía y amor, deslumbraba aquél cabrón al cantarle dicha composición musical a su madre que nos aguantaba la sarta de barbaridades que decíamos los borrachos presentes. Fin de la historia… “a la merga…”.

jueves, 10 de julio de 2008

Uno de mi compañero Jorge Hernández




Este es un canto de amor, de coraje, de hombres recios para otro más recio, de hombres de a caballo para un Centauro, pero con una mirada amplia y dulce de comprensión, de bondad, quizá los separe la división política, su tiempo, la distancia, sólo que el común denominador es la hombría. Está en el Arroyo, se respira, no requiere de pruebas, de Álamos, Sonora para los Remedios, Durango. Anhelo seguir con los nuestros sombreándonos al ala de ese sombrero y alentando con esa sonrisa y disposición, va ahí, su andar es ahora lento, paso a paso, marcando rumbo, dice poco, su lección es mayor.