
Sábado 26 de julio de 2008, día de “antrear” me decía yo, esperaba pasármela a toda madre en algún tugurio de esta ciudad, con algunos bueyes. Los planes cambiaron cuando vino a mi casa el buen Rafa, quien con toda humildad me hizo el honor de invitarme a su morada a festejar la amistad. Gritos e irreverencias se escuchaban a lo lejos. Todos adoraban a “Margarito” por haberle puesto unos buenos “chingasos” a “Cota”. Mi compadre Salvador “el nuevo mandilón” vociferaba a diestra y siniestra, verga y media salía de su boca. Mis invitados nunca llegaron. Algunos pretenciosos fueron a compartir momentos inolvidables con los europeos que visitaban a Ana Paula (la prima). El Rafita ya traía algunos tragos encima, entre tanta irreverencia él me decía: “pinche Leo, aunque no me hayas escogido por ser pobre, soy de todos modos tu compadre postizo”, no cabrón, no es así el pedo, pero es un honor que me lo digas: le dije. La borrachera estaba buena. Había Kareoke. La multitud no era muy exigente. Cantábamos desgraciando la música que los autores hicieron con tanto esfuerzo. Al final, casi al final de la reunión, “el compadre postizo”, pidió una más: “la montaña” de Roberto Carlo. Me llegó en el alma, no lo puedo negar, !que canción! Da esperanza y amor, lo mejor de todo fue esto último, me llenó la noche, porqué no?, real modestia, simpatía y amor, deslumbraba aquél cabrón al cantarle dicha composición musical a su madre que nos aguantaba la sarta de barbaridades que decíamos los borrachos presentes. Fin de la historia… “a la merga…”.