
Era una noche calurosa de inicios de agosto, apenas se estaba ocultando el sol, la tierra olía a humedad y llegaba de vez en cuando, un olor a animal descompuesto que provenía de un terreno aledaño, se escuchaban estruendos de una lluvia venidera. En la casa se escuchaba a lo lejos el sonido de la televisión y alguno que otro chasquido, muy peculiar en las casas hechas de madera. Las visitas ya no tardaban, yo terminaba un proyecto que debía entregar a la mañana siguiente. Mi concentración se vio interrumpida por dos personas de las cuales me es grata su presencia en algunas ocasiones, se trataba de ellos, los que aguardábamos. Risas insólitas y conversación poco amena eran parte de la noche. Se sentía una vibra inquietante, de desconfianza y temor. Mientras que me mantenía lo más prudente posible mi alma luchaba por sacar el espíritu de uno de ellos, del cual percibía sólo maldad. El sentimiento era único: un poder proveniente de algún lugar llegó a mi cuerpo tratando de imponerse al enemigo. Las energías adquiridas se encontraban una y otra vez, mientras trataba de mantener la calma hacia mi exterior, y evitaba que fuese visible tal temor.
2 comentarios:
el cucui?
ay que miedo!
Pinche Loe luego dices que uno era el pacheco, jajaja!
saludos!
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